El poder de la palabra

Con este titulo no he querido referirme al poder de la Biblia, sabemos que tiene mucho poder, pero hoy de lo que quiero hablar es sobre el poder que tienen las palabras que salen de nuestra boca.

Podemos comenzar a ver el poder de la palabra en el principio de la creación cuando Dios decidió crear el mundo y todo lo que en el hay. Podemos apreciar como Dios hablaba y se creaban las cosas que Él decía.  (Génesis  1.3. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.) 

Dios nos hizo a su imagen y semejanza (Génesis 5.1b. El día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios  lo hizo), en algunos aspectos nos parecemos mas a El, pero con lo que respecta a la palabra no tenemos el mismo poder en nuestra boca, pero a un así conservamos gran poder con nuestra lengua para hacer mucho mal y mucho bien.

Santiago 3: 3-12

He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo. Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! 
Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. 
Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? 
Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce. 

Leyendo este texto podemos darnos cuenta de lo impotentes que somos para dominar algo que parece insignificante y que produce tanto mal. Quiero centrarme ahora en que también podemos producir bien de la misma manera en la que producimos mal; así entonces lo que debemos hacer es centrarnos en que decimos, a quien, cuando  y como, por que dependiendo de esto estaremos produciendo  bien o mal. Simplemente es una labor de concentración, evitar abrir la boca sin pensar antes lo que sale de ella.

¿Qué decimos?

Job 27:4 Mis labios no hablarán iniquidad, Ni mi lengua pronunciará engaño. 

Debemos procurar ser cuidadosos con lo que decimos, muchas de las palabras que salen de nuestra boca no son necesarias y hacen mal a quienes las escuchan. Podemos hacer el ejercicio, difícil por cierto, de analizar lo que vamos a decir antes de hacerlo. La mayor parte de las veces decimos las cosas según llegan, pero  deberíamos pasarlas por el filtro en nuestra mente, para así refinar frases, mejorar palabras, eliminar cosas o incluso no decir nada. De esta manera, muchas veces, no solo dejaremos de decir cosas malas, si no que diremos cosas que harán sentirse mejor a las personas.

Salmos 35:28 Y mi lengua hablará de tu justicia Y de tu alabanza todo el día. 

Intentemos centrar nuestras palabras en las cosas buenas de Dios y de la vida. La última vez hablamos sobre la actitud que debemos tener en la vida, y esta muy relacionado con este tema, ya que si aprendemos a ser felices y vivimos gozosos podremos transmitir mucho mejor palabras de bien y no de mal. Y esto esta muy relacionado con nuestra relación personal con Dios.

¿Cuándo lo decimos?

Proverbios 21:23 El que guarda su boca y su lengua, Su alma guarda de angustias. 

Muchas veces simplemente tenemos que saber cuando decir las cosas, no es que algo en si sea malo, pero quizás no es el mejor momento para recibirlo. Así que por no saber elegir el momento para hablar podemos hacer un gran mal. Por ejemplo si alguien esta enfadado por algo que le acaba de ocurrir, dependiendo del carácter de esa persona, puede que no acepte nuestras palabras de consuelo; sin embargo si esperamos a que la euforia del momento pase, con mucha probabilidad la persona aceptara nuestras palabras y le ayudaremos a superar el problema.

Saber elegir el momento para decir unas palabras, no solamente puede ser una bendición, si no que el mismo Dios puede estar usándonos para llegar al corazón de una persona.

¿Cómo lo decimos?

Proverbios 12:18 Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; Mas la lengua de los sabios es medicina. 

Se pueden decir las cosas de muchas maneras diferentes, y este versículo nos lo refleja. No saber como decir algo puede ser como una espada, pero pensando y aplicando la sabiduría que Dios nos ha dado podemos llegar a ser como medicina.

En ocasiones también tenemos que decir cosas que no son tan agradables para los oídos de las personas, pero podemos cambiar la reacción de las personas, dependiendo de como digamos una frase.

 Proverbios 10:19 En las muchas palabras no falta pecado; Mas el que refrena sus labios es prudente.

No por adornar mas una frase será mejor, en muchas ocasiones el silencio es mejor que un discurso elocuente, ya que muchas veces las personas necesitamos hechos mas que palabras. Como dice el dicho: Lo que dices no me deja ver lo que haces. Esto fue lo que le paso a Saul (1 Samuel 15:13-14 Vino, pues, Samuel a Saúl, y Saúl le dijo: Bendito seas tú de Jehová; yo he cumplido la palabra de Jehová.
Samuel entonces dijo: ¿Pues qué balido de ovejas y bramido de vacas es este que yo oigo con mis oídos? )

Si somos impulsivos a la hora de hablar, pasaremos gran parte de la vida arrepintiéndonos por nuestras palabras. Así que no es tarde para empezar a pensar antes de hablar.


¿Qué? ¿Cuándo? ¿Cómo?

Si lo combinamos todo podemos llegar a la conclusión de que debemos hacer el ejercicio de analizar lo que se quiere decir, ya que influye el que, el cuando y el como lo vamos a decir.

Por otra parte la biblia nos enseña que hablaremos lo que mas sepamos, de lo que mas estemos llenos, eso será lo que salga por nuestra boca. (Lucas 6:45 El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.) Así si llenamos de la cosas del mundo nuestro corazón, si pasamos mas tiempo agradando a nuestros sentidos, a los placeres carnales, entonces de nuestra boca saldrá todo aquello que hace mal. (Mateo 15:18 Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre.) 

Ahora bien si nos acercamos a Dios y pasamos tiempo con El, escuchando su hermosa palabra y estamos en comunión continua con El, entonces nuestra boca hablara palabras de bien, sin que nosotros tengamos que pensar mucho Dios estará utilizándonos para llevar sus palabras a los corazones de las personas.

1 Pedro 3:10-11
Porque: El que quiere amar la vida Y ver días buenos, Refrene su lengua de mal, Y sus labios no hablen engaño; Apártese del mal, y haga el bien; Busque la paz, y sígala.