Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.


Vivimos en la vida pensando en nosotros, lo que nos falta, lo que no tenemos, lo que queremos, lo que me dijeron, lo que me hicieron. Cuando Dios nos pide que vivamos una vida para El y para los demás, son sus dos mandamientos para nosotros: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Y  Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (Mateo 22.37-39)

Por lo visto lo único que hemos entendido de estas palabras de Jesús es “a ti mismo”, es lo único que parece preocuparnos, aparentamos amar a Dios y parece que nos preocupamos por el prójimo cuando en realidad solo estamos mirándonos a nosotros.

¿Cuántas veces vamos a la iglesia por cumplir y para que la gente no piense mal de nosotros? Así podemos hacer ver a las personas que nos importa Dios, pero… ¿Realmente lo amamos?

¿Es posible acaso que estemos “amando” al prójimo, atendiéndole y ayudándole solamente por intentar que la gente piense bien de nosotros?  Podríamos  pensar que lo estamos haciendo por nosotros mismos y no por el amor al prójimo.

Estos son preguntas que podemos hacernos y así pensar cual es la motivación que nos mueve realmente.  

Realmente las palabras de Jesús que acabamos de leer son sencillas pero encierran una gran dificultad para el ser humano, tenemos la facilidad de aparentar que vivimos acorde a las palabras de Jesús, pero olvidamos que El escudriña nuestros corazones y conoce hasta el mas intimo pensamiento de nuestro ser. Deberíamos analizar cada día de nuestra vida si estamos amando a Dios con todo nuestro ser, Él nos ama con amor eterno, eso esta claro, pero… ¿Qué pasa con nosotros? ¿Qué pasa contigo? ¿Le amas?

No hay comentarios: